Desde la perspectiva de cualquier cliente, nuestros productos destacarán por alguna de estas cualidades: precio, calidad y disponibilidad.
Todos los esfuerzos que hagamos en destacar alguna de dichas cualidades repercutirán en una merma de las otras dos. Si centramos nuestro esfuerzo en aumentar la calidad de nuestros producto o servicio, a buen seguro que será a costa de aumentar los costes, y por tanto el precio, y/o aumentar el plazo de entrega. Lo mismo ocurrirá si nos centramos en mejorar cualquiera de las otras dos cualidades.
Cada cliente asociará nuestra marca con una o varias de dichas propiedades. Nuestro cliente ideal será aquel cuya percepción sea la de producto o servicio bueno, barato y disponible. Estas cualidades son muy subjetivas y dependen, por tanto, de cada individuo y las circunstancias que lo rodean.
Como norma general deberíamos establecer mecanismos para mejorar continuamente las cualidades de nuestros productos o servicios. No obstante, es muy importante que centremos nuestra estrategia de marketing y captación de clientes en la localización de ese nicho de mercado que considera nuestra marca como una opción preferente.
No olvides que en un mercado tan competitivo como el que nos ha tocado vivir, debes enfocarte en serle útil a tu cliente ideal. No te disperses ni trates de agradar a todo el mundo, eso es complicado y costoso.
DEFINE Y LOCALIZA TU CLIENTE IDEAL