Hoy vamos a complementar lo que vimos en el episodio anterior, en el que hablamos de la importancia de las ideas para nuestro negocio.
Es verdad que una idea puede marcar la diferencia entre el estancamiento -principio del fin- y el despegue de nuestro negocio. El problema es que, en realidad, una idea no es más que eso: una idea.
Una idea, por sí misma, no aporta nada ni a nuestro negocio ni a nuestras vidas. En realidad una idea es como el título de una novela. Es decir, es un buen principio, pero aislado -sin novela- no es nada. Sin novela el título no tiene ninguna utilidad y no pasa de ser algo más o menos bonito, interesante o… qué sé yo.
Lo que hace que una idea se convierta en un posible camino hacia el éxito es, sin lugar a duda, materializarla con el ingrediente más importante de todos: la acción.
A lo largo de nuestro camino, tanto personal como de los negocios y proyectos, la acción es lo que marcará la diferencia entre el éxito y el estancamiento -fracaso-
Conseguir algo nuevo requiere, por definición, que se produzca algún cambio: algo es nuevo cuando antes no estaba o no existía. Los cambios son el resultado de materializar una acción.
Es muy común tener ideas y luego convertirlas en “tengoqueicismos”, ya sabes, “tengo que hacer tal cosa…”, “tengo que hacer cual cosa…” y, pasados unos días convertir estas frases en “esquenotiempismos”, es decir, “es que no tengo tiempo de esto…”, “es que no tengo tiempo de lo otro…”
Ahora te voy a contar un secreto, todos tenemos una especie de diablillo malo en la cabeza -el hermano malo de pepito grillo- que contínuamente nos está invitando estarnos quietos, a no movernos. Es un diablillo que piensa que el movimiento es muy peligroso, que te puedes caer, que produce vértigo, que cansa y así hasta el infinito.
Este diablillo, además, en la mayoría de las ocasiones nos convence de tener razón. Eso se debe a que se expresa muy bien y tiene una gran capacidad de convencernos, pero te aseguro que es un auténtico vendedor de humo.
Mi recomendación es que, cuando notes que dicho diablillo empieza a entablar conversación contigo, cierres tus oídos. Cambia de pensamiento. Imagínatelo con la cara de color rojo ardiente, con dos cuernecillos en la cabeza, con cola y un tridente en la mano.
Por el contrario, lo que debes hacer, una vez hayas tenido una idea es someterla a debate, primero interior -contigo mismo- y luego con otras personas de tu entorno: familiares, amigos, compañeros, colegas… Con cuanta más personas mejor.
Pero eso sí, en esa primera fase de debate interior, no olvides encerrar al hermano malo de pepito grillo y, sobre todo, olvida tus propios prejuicios. Ya sabes que los prejuicios no son más que creencias limitantes que te restarán mucha energía a la hora de afrontar nuevos retos.
Por cierto, no tengas miedo a compartir una idea de nuevo negocio o de mejora del tuyo. Te aseguro que los beneficios que se obtienen de compartir, superan con creces los costes de haberlo hecho.
Por cierto, si deseas mi opinión sobre tu idea y quieres que le aporte mi granito de arena para materializarla, no dudes en solicitarme una consulta online a través del formulario de contacto que encontrarás en duando.net/contacto.
En definitiva y para terminar, toda idea es inútil si no la convertimos en una acción. No te molestes en crear ideas constantemente si luego no las materializas y ten presente que lo peor que te puede pasar al materializar una idea es que no funcione y eso es lo mismo que no haberla puesto en marcha, pero con la diferencia de que haberla convertido en una acción te ha permitido aprender cosas que, sin duda, te serán útiles cuando vuelvas a intentarlo de nuevo con otras ideas que te surjan y la estadística estará de tu lado, ya que si, por ejemplo, una de cada diez ideas que tú tengas es buena, cada intento fallido, te acercará más a la idea de éxito. Es matemática pura.