En este segundo episodio vamos a hablar sobre las ideas, sobre la importancia de estas como el motor de todo negocio. Sin ideas no hay innovación, ni cambios en los procesos, productos o servicios, y entonces aparece la monotonía.
Creo que cuando surgen los primeros síntomas de monotonía se deberían disparar todas las alarmas de peligro para nuestro negocio.
Los negocios necesitan pasión, necesitan ilusión, sin estos ingredientes, es muy complejo llevar a cabo ningún tipo de estrategia de crecimiento y ya sabes, que cuando un negocio no crece, decrece. La estabilidad o ese equilibrio idílico en el que ni se crece ni se decrece, no es más que un síntoma de que nos encontramos en la antesala del decrecimiento y, si no tomamos medidas, en la antesala del fracaso.
De la misma forma que cuando dejas de pedalear en una bicicleta, tu propia inercia hace que se mantenga en movimiento, no es menos cierto que -salvo que pilles una cuesta abajo- en breve, la velocidad irá disminuyendo hasta llegar a pararse.
Ahora te preguntarás: ¿Cuál sería el equivalente al pedalear de la bicicleta en nuestro negocio?
Pues muy sencillo: La innovación, los cambios…
Pero… ¿Qué cambiamos? -te preguntarás-.
Aquí es donde aparece el concepto de idea. Las ideas son como el combustible para la innovación, la falta de ideas nos cierra las puertas a cualquier posibilidad de cambio y, ojo, no vale cualquier idea, valen nuestras ideas, las que nos apasiones, las que nos ilusionen.
Esto no significa que una idea de otro haya que descartarla, simplemente lo que hay que hacer es, además de adoptarla, adaptarla. Es decir, hacerla nuestra y someterla nosotros a nuestro contexto.
De hecho, es complicado que nuestras ideas sean originales, pero es que tampoco es necesario que lo sean. Lo importante es que nos ilusionen, que nos apasionen, y que, una vez que las hayamos adaptado a nuestro contexto, las sintamos como nuestras.
El gran problema con el que, quizás, nos encontremos es el de “la falta de ideas”, eso que se dice de los escritores: el famoso síndrome de la hoja en blanco.
En ese tipo de situaciones es cuando nos vendrá bien utilizar algún tipo de metodología que nos sirva para salir del atolladero.
¿Qué métodos tengo?
Pues bien, existen muchísimas fuentes de ideas para innovar. Vamos a relacionar algunas de ellas
Escuchar a tus clientes
Si ya tenemos un negocio en marcha, escuchar a nuestros clientes es una fuente de inspiración inagotable. Pero eso sí, escucha sin prejuicios. Cuando escuchamos una queja, nos sentimos como atacados, y es muy común que nos pongamos a la defensiva. Ponerno a la defensiva no sirve más que para cerrar nuestra mente.
Observar a la competencia
Observar a la competencia. Nuestra competencia es una fuente de ideas en marcha. Si observamos lo que hacen, una vez más, con una mirada crítica y sin prejuicios, podremos obtener muchísima información de valor sobre cómo hacer las cosas de manera diferente a como las estamos haciendo nosotros. Aprenderemos qué podríamos hacer y no estamos haciendo. También podemos darnos cuenta de qué cosas estamos haciendo y no son útiles o, quizás, nos están perjudicando.
Escuchar las quejas de la gente
Escuchar quejas es otra fuente de inspiración. Cuando vamos por la calle, en reuniones familiares o de amigos, en un bar… Cuando alguien se queja, está regalándonos ideas sobre cómo se podrían hacer las cosas de otra manera. Esta fuente de ideas es especialmente útil para aquellas personas que aún no han emprendido y están buscando algo que les pueda servir para iniciar su proyecto personal. Obviamente, también es útil para innovar en nuestros propios negocios cuando estos ya están en marcha.
Los problemas
Detectar problemas es una fuente magnífica también de ideas. No olvidemos que una empresa no es más que la materialización de un proyecto en el que se resuelve algún tipo de problema para los consumidores de un determinado tipo producto o servicio.
Por tanto, cualquier lugar o recurso que nos permita cascar a la luz un problema es una fuente de inspiración para obtener ideas.
Lo que sí es necesario es que, en todo momento, tengamos encendido nuestro chip detector de problemas y quejas. Con un poco de imaginación será más que suficiente para que podemos empezar a trabajar en alguna nueva idea que nos aporte algo de ilusión en nuestro día a día.
Recuerda, la monotonía y el aburrimiento en nuestro trabajo o negocio, no son más que síntomas de que algo va mal.