¿Nunca te has parado a pensar en las razones por las que, cuando navegas por Internet, lees algunos artículos y otros no?
Seguramente que estarás respondiendo: Sí claro, leo los que me interesan y los que no, pues no los leo.
Muy bien, esa es la respuesta acertada, pero ahora te hago otra pregunta: ¿Cuál es la razón para que un artículo te parezca interesante de leer o no? Ahora, quizás tardes un poco más en responder.
Recuerdo cuando era adolescente que tuve que leer, por obligación, un libro titulado: «El discurso del método y meditaciones metafísicas» el autor era Rene Descartes.
Tras leerlo, me pareció una autentica joya de la literatura y suelo recomendárselo a todos los adolescentes que se cruzan en mi camino. Pero, si yo lo leí no fue precisamente por su título. No es nada atractivo, no me atrae, no llama mi atención, lo que me dice ese título es que se trata de un ensayo aburridísimo de algún genio loco de esos a los que no entiende nadie.
En este artículo voy a intentar desgranar los cuatro bloques que deben tener los artículos de tu blog así como indicarte cómo debes afrontar la redacción de cada uno de esos cuatro bloques.
«Crea un título que llame la atención»
Los títulos son una de las claves del éxito de nuestro artículo. Un título tiene que llamar nuestra atención. No olvides que el lector de contenidos en Internet, lee muy rápido, tiene prisa, si no llamas su atención correctamente, tu contenido pasará totalmente desapercibido.
El título es, para tu artículo, como esos colores de la tienda, ese cartel luminoso o llamativo que parece que te llama para que detengas tu mirada un par de segundos en él. El título de tu artículo debería despertar la curiosidad del lector.
Los diseñadores de envases y envoltorios para perfumería saben mucho de esto. Cuando entras en una perfumería hay una ingente cantidad de frascos y cajas y todas compiten por lo mismo: llamar tu atención. Los títulos son «el frasco» de tu contenido.
No cometas el error de escribir el primer título que te venga a la cabeza y ya está, pensando que eso da igual. No da igual, el mejor artículo del mundo no sirve de nada si no es leído, y para que eso ocurra, es necesario que haya algo que llame la atención, que lo haga visible: ese es el título.
«Cuidado con los títulos vacíos»
No cometas el error de dejar títulos vacíos. El título debe tener significado por sí mismo. Es bueno crear cierta curiosidad pero no de una forma demasiado genérica. Por ejemplo, si estás redactando un artículo sobre un nuevo producto o servicio no caigas en la tentación de titularlo: «Nuevo producto». Un título así, solo le puede llamar la atención a un lector que esté deseando que saques un nuevo producto para comprarlo y eso solo le ocurre a empresas como «Apple» o a grupos musicales como los «Rolling Stone». ¿Imaginas un periódico que titulase una noticia con: «Nueva noticia» ? ¿Cómo titularía la segunda nueva noticia? ¿Y la quinta?
«El título es tu promesa»
No olvides que el título forma parte de tu promesa, si creas algún tipo de expectativa, debes satisfacerla. Si tu titular exagera tu promesa, quizás consigas llamar la atención del lector pero, ¿qué pasará cuando vea que no le has dado lo que prometes? Facebook está cargado de artículos que utilizan ese método, y he de reconocer que al principio caía en la trampa, pero ahora te puedo asegurar que no les hago ni caso. ¿Quieres que te ocurra eso a ti?
«Seduce a ese lector indeciso con un subtítulo que refuerce la promesa del título»
Otro bloque importantísimo dentro de tu articulo es el subtítulo. Una vez que has llamado la atención de tu candidato a lector, ha llegado el momento de despertar su interés por continuar leyendo. Aquí debemos reforzar el impacto previo del título. Esto lo haremos despertando la curiosidad o quizás creando cierta expectación. Quizás podemos indicar los beneficios de lo que hemos prometido en el título o indicar qué dolor o problema resolvemos con nuestra propuesta.
Podríamos comparar una marca de moda con el título de un artículo mientras que el subtítulo sería el escaparate de la tienda. Si observas los escaparates de las tiendas de moda, lo que pretenden es reforzar la promesa que te sugiere la marca.
Cuando ves un cartel de marcas como Zara o Springfield, lo que están haciendo es evocarte la promesa que tú ya tienes preconcebida de dicha marca. El subtítulo de tu artículo debería hacer lo mismo: reforzar esa promesa que, quizás de forma subliminal, le propone tu título al candidato a lector.
También podemos aprovechar el subtítulo para establecer los límites de nuestra promesa de valor. ¿Cuánto valor vamos a aportar a nuestro lector si finalmente se decide a llegar hasta el final de nuestro artículo?
«Retén a tu lector con un texto que le vaya aportando valor a cada párrrafo»
Hasta aquí, con el título hemos conseguido atraer o llamar la atención de nuestro «potencial lector«y mediante el subtítulo hemos logrado seducirle, despertar su interés por leer nuestro artículo. Ahora empieza la aventura de mantener su atención y es aquí donde no podemos defraudar sus expectativas.
Volviendo al símil de las tiendas de moda, tras ver lo llamativo de nuestro cartel de marca y echar un vistazo a nuestro escaparate, ya tenemos al cliente dentro de la tienda. Ha llegado el momento de enamorarle y de hacer que por, nada del mundo, se marche de la tienda sin comprar, y en el peor de los casos sin llegar hasta el final de la misma, viendo, admirando y deleitándose con la gama de productos expuestos. Tenemos que «retenerlo«.
Todo lo que se encuentre en esta parte, nuestro lector, debe aportarle valor. No le aburras, utiliza las palabras apropiadas y en su justa medida. No utilices 4 palabras para aquello que puedas describir con 3. Estructura el texto de forma que, en todo momento, tu lector sepa dónde se encuentra. No le hagas «sufrir» tu lectura. No lo hará, antes se habrá marchado.
«Ahora me toca a mí pedir»
Hasta aquí, todo lo que has hecho es dar: llamar la atención, seducir, aportar valor… Ahora te toca pedir. Haz una llamada a la acción. Tu artículo debe tener un propósito, un objetivo. Lo has escrito para conseguir que tu lector te compre algo, para que comparta tu contenido en redes sociales, para… Para lo que sea. Al final del artículo pídele a tu lector que haga eso que esperas de él.
Recientemente un amigo me dijo una frase que me impactó muchísimo y que he modificado un poco para adaptarla a la ocasión: «El universo no te dará aquello que no le hayas pedido previamente».