Muchas bandejas de entrada de correo electrónico son un verdadero «cajón de sastre». Son como la antítesis de la organización y el orden, una especie de agujero negro en el que todo lo que entra se queda ahí para siempre.
Las razones para que esto sea así pueden ser muchas, quizás tantas como personas a las que les pasa, pero te voy a decir qué hago yo para evitarlo. Te lo resumo en decálogo para el tratamiento de una bandeja de entrada:
- El objetivo diario es mantener la bandeja de entrada vacía.
- Todo correo que entra en la bandeja de entrada se destruye o se abre (sin excepción).
- Si al leer un correo se considera que su contenido no va a aportar valor en el futuro se destruye: notificaciones, avisos, spam, tonterías en general…
- Si al leer un correo se considera necesaria alguna acción (responder, hacer un trabajo, realizar un informe…) y se dispone de tiempo para ello, se ejecuta dicha acción y se procede a archivar el correo (esto es sacarlo de la bandeja de entrada [ver punto 1]).
- En caso de no disponer de tiempo en el supuesto del punto anterior, se guardará el correo en una bandeja específica: destacados, favoritos, pendientes… (esto también es sacarlo de la bandeja de entrada [ver punto 1]).
Finalmente una máxima: La inmensa mayoría de correos son susceptibles de ser borrados y no deberías buscar motivos para ello, sino razones para no hacerlo.