Desde el mes de diciembre y hasta quizás finales de enero, se oye hablar infinidad de veces sobre el manido tema de los objetivos: que si ya te has marcado tus objetivos para el 2018, que si no tienes objetivos es como si no existieras…
Yo diría que a la teoría de los objetivos le falta un complemento, y es el de las consecuencias. Ahora es cuando te preguntarás: ¿Qué coño es eso de las consecuencias?
Pues sí, «mi» teoría de las consecuencias, dice que cuando te marcas un objetivo deberías cerciorarte de que no se trate de una mera consecuencia. Una de las diferencias fundamentales entre objetivo y consecuencia es, como te puedes imaginar, que la consecuencia es lo que me encuentro en el camino hacia el objetivo mientras que el objetivo es lo que aporta valor a mi misión de vida, a mi producto, a mi servicio, a mi empresa, a mi marca…
Otra gran diferencia entre objetivo y consecuencia, es que si intentamos que la consecuencia se convierta en objetivo, podemos devaluar el valor de nuestra misión y con ello, se puede ver comprometida nuestra imagen o marca.
Esto no significa, que haya que despreciar las consecuencias, de hecho, objetivo y consecuencias deben ir de la mano, pero cada un de estos conceptos debe jugar el papel que le corresponde.
Dicho esto, ahora te lanzo una pregunta:
¿Aumentar los ingresos, o las ventas son realmente objetivos o por el contrario deberían considerarse como consecuencias?
Bueno, te dejo que lo pienses.