Problemas para abrir algunas páginas web

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Quedo con un cliente a través de videoconferencia para hablar sobre ciertos cambios que desea hacer en su web. Alguno de los cambios que me pide son muy sencillitos y se pueden hacer sobre la marcha. Aprovecho para hacerlos para ver, en directo, si al cliente le gustan los cambios y… ¡Sorpresa! He cambiado una imagen yo la veo perfectamente, pero mi cliente no. Refresca su navegador una y otra vez y nada, la web sigue sin recoger los cambios. 

Con la boca pequeñita digo: ¡Qué coñ…(piiiii) está pasando! De repente me siento impotente y el famoso «síndrome del impostor» me consume el cerebro. El cliente me mira perplejo y nota mi cara de… (ponle la cara que tú quieras).

No se me ocurre ninguna salida airosa y le invito a continuar con la promesa de que luego investigaré qué puede estar pasando.

Continúa con la lista de cambios y me pide modificar el tamaño de una fuente, lo implemento y al abrir la web en mi navegador, la fuente seguía como antes… ¡Pero, qué cojon…(piiiii) pasa! Ahí es cuando el pánico asume el control de la nave y me veo obligado a dejar de hacer experimentos en directo. Hacer dos veces el ridículo me parecía suficiente castigo por ese día.

Tras investigar sobre el tema y aparece el concepto de «caché» y ese era el origen de todos mis males (y los de mi cliente). 

La caché es una una porción de memoria existente dentro de mi dispositivo (portátil, tablet, smartphone…) que va almacenando todo aquello por lo que voy navegando, con el objeto de que, si vuelvo hacia atrás -por ejemplo- ya no es necesario descargarlo del servidor, sino que simplemente lo cojo de esa memoria y todo fluye muchísimo más rápido. Como ves es una idea que roza la genialidad, pero como todo lo bueno en la vida también tiene su parte mala. Una vez que has navegado por una página de un sitio web, esta se almacena y la segunda vez que intentas acceder a ella, lo que se te muestra no es la página actual, sino la que tienes en tu caché. Eso es lo que le pasaba a mi cliente y lo que también me ocurrió a mí. 

La solución al problema es aparentemente sencilla: borrar la caché y listo, pero lo que no es sencillo es cómo hacer esto. Pues bien, esto es lo que se explica en el artículo de Raiola Networks: Borrar la caché en Chrome, Firefox, Explorer, Safari y Opera (raiolanetworks.es)

NOTA: Cualquier parecido de la historia que se narra en este documento con la realidad es pura coincidencia. O quizás no.

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