¡Quiero ser mi propio jefe!

Es probable que miles de personas en este mismo instante se estén planteando la posibilidad de emprender una nueva vida profesional en solitario, es decir, «trabajar por su cuenta». Las frustraciones o las aspiraciones, tanto profesionales como económicas, son el motivo fundamental para que nos asalten estas ideas, pero cómo podemos saber si nuestra idea de negocio es viable.

Este breve artículo intenta dar unas pinceladas sobre los criterios a tener en cuenta antes de convertir una idea en un negocio para evitar que se precipite hacia un fracaso. No en vano, más del 80% de las ideas de negocio emprendidas no llegan a superar el primer año de vida.

Antes de nada es bueno que nos planteemos si, a priori, nuestra idea apunta a buena o no y para ello bastará con que nos hagamos unas preguntas básicas: ¿El producto o servicio que queremos vender resuelve algún problema o cubre alguna necesidad de alguien? ¿Habrá personas que estén dispuestas a pagar por ello? ¿La demanda será lo suficientemente grande como para que me permita vivir de ello y obtener algún beneficio? ¿Me apasiona el trabajo que tengo que hacer para convertir mi idea en un negocio? Si la respuesta a estas preguntas es afirmativa, merece la pena continuar con la idea. La hemos convertido en una ilusión.

El siguiente paso será el de hacer un análisis un poco más detallado sobre los aspectos más importantes a tener en cuenta en el desarrollo de una idea de negocio. Veamos cuales son.

Producto o servicio: Qué pretendo vender

En primer lugar nos debemos plantear qué vamos a ofrecer, es decir, cuál va a ser el producto o servicio que queremos «vender». En este punto deberíamos tener en cuenta que si dicho producto o servicio no resuelve un problema o no cubre una necesidad real de las personas, es muy probable que nuestra idea de negocio no fructifique. Nuestro producto o servicio deberá aportar algún valor a las personas para que incentive su consumo o su disfrute.

Cliente: A quién le puede interesar

Una vez definido el producto o servicio y, sobre todo, el valor que aporta, debemos pensar en quiénes son las personas susceptibles de consumirlo o disfrutarlo. Es posible que, por la naturaleza del producto o servicio, convenga distinguir entre varios grupos de consumidores con características distintas e, incluso, con motivaciones e intereses diferentes.

Esto es lo que se denomina segmentación. Nos interesará cuantificar el número total personas que incluye cada uno de los distintos segmentos para, de esta manera, poder evaluar la posible rentabilidad de nuestra idea.

No obstante, no debemos olvidar que «cliente» y «consumidor» son conceptos de marketing mientras que son «las personas» las que hacen viable nuestro negocio. Tampoco debemos pasar por alto que, en ocasiones los que pagan y los que disfrutan no son los mismos.

Comunicación: Cómo voy a comunicarme con los clientes

La viabilidad de nuestra idea de negocio dependerá, en gran medida, de que los potenciales clientes sepan que nosotros podemos proporcionarles el producto/servicio que ellos necesitan, por tanto, es vital que establezcamos una estrategia de «comunicación» que permita, además de dar a conocer dichos productos o servicios, establecer los canales adecuados de realimentación que nos permitan mejorar nuestra propuesta de valor.

Debemos considerar que tanto lo que hacemos como lo que no hacemos o lo que decimos y lo que no decimos son formas de comunicación: No es posible no comunicar.

Distribución: Cómo les haré llegar los productos/servicios

También es importante que analicemos cómo vamos a hacer llegar a nuestros clientes el producto/servicio: Se lo entregamos en mano, se lo lleva puesto, envío por mensajería, envío por correo electrónico, distribución mediante puntos de venta de terceros, etc.

Actividades: Qué tengo que hacer yo

Es importante que tengamos en cuenta que, sea cual sea el producto/servicio que queremos vender, nosotros tendremos que aportar algo (poco o mucho) que lo convierta en nuestra particular propuesta de valor, ese pequeño o gran matiz será el que diferencie nuestro producto/servicio del resto de la competencia tanto directa como sustitutiva.

En general este tipo de actividad será la que mostrará nuestro talento y habilidad para establecer dichas diferenciaciones. Es importante también que estas actividades estén alineadas con nuestras aptitudes, capacidad de trabajo y, sobre todo, que nos resulten apasionantes.

Recursos: Qué cosas necesito

En este apartado tendremos que considerar todos aquellas herramientas, piezas, inmuebles, software, personal, vehículos, etc., que necesitemos para desarrollar nuestra idea de negocio.

Socios: A quién necesito

Quizás para poder llevar a cabo nuestra idea de negocio, sea necesario que contemos con la ayuda o el apoyo de algún tercero que complemente o apoye mi propuesta de valor, igual necesito a un tercero para hacer mis entregas a domicilio, o para alojar mis servidores, o comprar la materia prima de mi producto, etc…

Costes: Cuánto cuesta todo esto

Todo lo que hemos plasmado hasta ahora tiene asociado un coste. Este coste puede ser fijo o variable. Puede ser amortizable o no. De cualquier forma debemos contemplar todos los costes así como la periodicidad de los pagos

Ingresos: Qué voy a facturar y cómo

En este apartado deberemos contemplar cómo voy a facturar los productos/servicios que venda: a la entrega, por adelantado, en cuotas, etc…

Cuando hayamos plasmado esta información en un papel tendremos en un solo vistazo nuestro modelo de negocio y, si aún nos sigue pareciendo viable e ilusionante, entonces quizás sea el momento de elaborar un verdadero plan de negocio.

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